jueves, 27 de septiembre de 2012

That's all folks!

De vuelta a las andadas, pero intentando que esta vez los pasos sean más grandes. Tengo muchas novedades que he ido acumulando durante todo el verano, donde he estado muy ocupada haciendo nada, como la mayoría de vosotros (espero :P). Pero ya es hora de ponerse las pilas.

Sin más, os digo, que yo no sé qué tiene la música folk que tanto me gusta. Y es que ya lo veía venir con eso de que me entusiasmaran tanto los Mumford & Sons. En efecto, he descubierto que esta música me aporta toda la energía que mi alma necesita, y que, sin hacerme falta en estos momentos, me motiva a salir de la cama y empezar el día con fuerzas. No es recomendable para escuchar en días tristes y de bajón (al menos en mi caso no suelen tener el efecto deseado), sino en esos días que sin razón aparente tienes una sonrisa en la cara y no quieres perderla.

1. Of Monsters and Men: A estas alturas es muy probable que ya les conozcáis, pero los tenía en el tintero desde hace unos meses y no podía dejarlos pasar. Si esta canción no te hace sonreír, dímelo, que te busco otras ;)




Las comparaciones son odiosas, pero cada vez que escucho esta canción no puedo evitar recordar a mis adorados Edward Sharpe and the Magnetic Zeros.


2. Dry the river: Recién descubiertos esta semana, y desde luego, han sido un hallazgo impresionante; yo ya estoy totalmente enamorada con ese estupendo estribillo. En cuanto a la letra, también os recomiendo que le echéis un vistazo si no tenéis los oídos muy afinados. ¡Espero que os guste!





Ya que el cantante afirma en su página web que la gente se sorprende con sus directos, me he molestado en buscar alguno para que todos disfrutemos desde nuestras sillas: 





(Tened en cuenta que no hay muchos vídeos por la red)

;)

lunes, 24 de septiembre de 2012

Muse: The 2nd Law


Después de meses hablando de él, de amagar con meterse al dubstep, de hacer la canción de los Juegos Olímpicos de Londres, después de un tuit de Matt Bellamy vacilándonos diciendo que en el nuevo disco se iba a poder escuchar lo siguiente:

Christian gangsta rap jazz odyssey, with some ambient rebellious dubstep and face melting metal flamenco cowboy psychedelia.”

Después de todo esto hoy se ha podido escuchar por primera vez el nuevo álbum de Muse y, como era de esperar, no ha dejado indiferente. Yo he sido incapaz de insertar como quería las canciones en el blog, pero puedes escuchar el disco entero aquí y cada canción pinchando en su nombre. Pero vayamos por partes y empecemos por el principio.

La portada del disco, un mapa de los circuitos del cerebro humano


El comienzo no es malo para nada, Supremacy tiene un aire muy James Bond, te imaginas fácilmente a Daniel Craig repartiendo hostias con ésta música de fondo, al menos durante los primeros 45 segundos. Matthew Bellamy se gusta mucho en este disco, muchísimo, le encanta su voz y quiere dejarlo claro desde el principio aunque resulte excesivo en muchas ocasiones.

Probablemente una de las canciones en la que menos se pasa es en la siguiente, Madness, el primer single del disco. Aquí cambiamos radicalmente de estilo, tónica general durante todo el álbum. Pasamos del rock orquestal épico que tanto le gusta a Bellamy de Supremacy a un dominio de los sintetizadores para un tema más popero, que cabalga entre U2 y Queen, casi sin guitarras exceptuando el solo. La verdad es que no entiendo la elección de éste tema como primer single después de haber usado Usustainable como reclamo y haber hecho algo que suena más a Muse para los Juegos Olímpicos. De cualquier modo a mí me gusta aunque no represente a lo que se puede escuchar en el disco. Aunque claro, cualquiera encuentra algo entre los 12 cortes que pueda representar al resto.

Imagen promocional del primer sigle, Madness


Seguimos avanzando y no puedo evitar volver a acordarme de Queen. El comienzo de Panic Station recuerda mucho a cómo empezaba Another one bites the dust, aunque el resto no tenga nada que ver, y eso que el sonido es muy ochentero, casi hortera, con los grititos, los coros, el sintetizador, el delay… hortera, pero mola mucho, te hace moverte, cosa que Muse consigue pocas veces en el resto del álbum.

Después de un Prelude (Preludio para los de la LOGSE) de 57 segundos que recuerda a Exogenesis, la sinfonía en tres partes que Bellamy se marcó en el anterior disco, comienza el tema que compusieron para los Juegos Olímpicos, Survival. No tiene ni pies ni cabeza, es la más clara exposición de lo que Muse ha hecho en éste disco, mezclar de todo un poco y a ver qué sale, todo eso al servicio de la épica que tanto le gusta a Matt, quien se explaya haciendo de todo y nada bueno con la voz. No es hasta los tres minutos aproximadamente cuando empieza a molar la cosa, cuando empieza a sonar a Muse de verdad, para acabar con un gritito de Bellamy. En fin, nada más que añadir, si tenéis oídos podéis juzgar vosotros mismos.

Follow me empieza bien pero va dejando de ser lo que queríamos el resto para ser lo que les apetece a ellos a partir del segundo 40 hasta que, en el minuto 1:43, se convierte en el porro absoluto y parece que estamos escuchando a Nero en lugar de Muse. El resultado es muy raro, digno de escuchar.

Por un momento pensaba que eran ellos, de verdad


Con Animals se vuelve a algo un poco más parecido a lo que le habíamos escuchado antes a Muse. Vale, igual eso es exagerar un poco, pero si nos hubiéramos topado con ésta canción en uno de los anteriores discos no nos habría extrañado tanto. Muse suena bien cuando no abusan de los excesos, cuando no se pasan abigarrando el sonido, si no que se miden un poco. Siguen esa línea con Explorers, donde se plagian a sí mismos haciendo un remake de Invincible, solo que peor, claro. Y antes de encarar la recta final del disco está Big Freeze, que es un claro ejemplo de lo que hablaba antes con Panic Station. Y es que les cuesta mucho moverte, por lo menos a mí, es como si la hicieran por inercia. Hasta hay un momento en el que parece que Bellamy va a repetir el riff de Madness y cuando se da cuenta improvisa algo.

Y llegados a éste punto salta la sorpresa, comienza una canción y se oye una voz, pero no es Matt. Tanto en Save Me como en Liquid State quien canta es Christopher Wolstenholme y no lo hace nada mal, de hecho él le ha hecho los coros a Bellamy de siempre. El caso es que suena bien, muy bien, sorprendentemente bien, pero no suena a Muse si no a otra cosa. A mí las dos canciones me han gustado mucho, tanto Save Me, más tranquila, donde Chris casi hasta me recuerda un poco a David Grohl cuando canta flojito (vale, dejadme, son cosas mías…), como Liquid State, más cañera. Joder, me gusta mucho, quiero escuchar más de éste tío cantando cosas sí, pero no suena a Muse y te corta un poco el rollo. Pero que siga cantando, que mola.


Aquí el señor Wolstenholme


Y llegamos al dilema del verano, el dubstep. Unsustainable, un tema que se engloba en un dúo llamado igual que el disco: The 2nd Law. Resulta que Muse saca un vídeo promocional de The 2nd Law con un poco de dubstep y se lía la de dios. Muse se pasa al dubstep, Muse va a inventar la pólvora, Skrillex le corta el pelo a Matthew Bellamy mientras comen pastas, el mundo se acaba. Y resulta que el “dubstep” (sí, entre comillas) del disco se resume en un minuto, dividido en dos partes de 30 segundos cada una. Una bacalá infame, pero ya conocemos a estos chicos, son unos expertos en hypearnos y nosotros no lo tragamos todo. La canción es una mezcla de cortes con música, con música que sí suena a Muse.

Para terminar, Isolated System, que complementa de algún modo a Unsustainable entremezclando también cortes de voz con música, una especie de electrónica con violines y coros. A Bellamy le gustan mucho los violines y los coros, sueña con violines y coros, y los pone donde puede, queden bien o no. Esto no es Exogenesis, es una forma peor de acabar un disco. O tal vez la forma adecuada de terminar éste disco, que no tiene ningún sentido.


Matt soñando con violines y coros, animalito


Muse quería marcar un antes y un después con éste álbum dentro de su carrera y lo han hecho, porque ni se parece a lo que hacían cuando empezaron ni se parece a sí mismo,  cada tema es de su padre y de su madre. O mejor dicho, son todos de Matt Bellamy, quien parece que se ha dedicado a hacer un brainstorming antes de cada canción y ha plasmado exactamente lo que se le vino a la mente, tuviera sentido o no.

Precisamente por eso la portada que han escogido para el disco le viene tan bien.