Después
de meses hablando de él, de amagar con meterse al dubstep, de hacer la canción
de los Juegos Olímpicos de Londres, después de un tuit de Matt Bellamy
vacilándonos diciendo que en el nuevo disco se iba a poder escuchar lo
siguiente:
“Christian
gangsta rap jazz odyssey, with some ambient rebellious dubstep and face melting
metal flamenco cowboy psychedelia.”
Después
de todo esto hoy se ha podido escuchar por primera vez el nuevo álbum de Muse y, como era de esperar, no ha dejado indiferente. Yo he sido incapaz de insertar como quería las canciones en el blog, pero puedes escuchar el disco entero aquí y cada canción pinchando en su nombre. Pero vayamos por partes y
empecemos por el principio.
La portada del disco, un mapa de los circuitos del cerebro humano
El
comienzo no es malo para nada, Supremacy
tiene un aire muy James Bond, te imaginas fácilmente a Daniel Craig repartiendo
hostias con ésta música de fondo, al menos durante los primeros 45 segundos.
Matthew Bellamy se gusta mucho en este disco, muchísimo, le encanta su voz y
quiere dejarlo claro desde el principio aunque resulte excesivo en muchas
ocasiones.
Probablemente
una de las canciones en la que menos se pasa es en la siguiente, Madness, el primer single del disco. Aquí cambiamos radicalmente de estilo, tónica general durante
todo el álbum. Pasamos del rock orquestal épico que tanto le gusta a Bellamy de
Supremacy a un dominio de los sintetizadores para un tema más popero, que
cabalga entre U2 y Queen, casi sin guitarras exceptuando el solo. La verdad es
que no entiendo la elección de éste tema
como primer single después de haber usado Usustainable como reclamo y haber
hecho algo que suena más a Muse para los Juegos Olímpicos. De cualquier modo a
mí me gusta aunque no represente a lo que se puede escuchar en el disco. Aunque
claro, cualquiera encuentra algo entre los 12 cortes que pueda representar al
resto.
Imagen promocional del primer sigle, Madness
Seguimos
avanzando y no puedo evitar volver a acordarme de Queen. El comienzo de Panic Station recuerda mucho a cómo
empezaba Another one bites the dust, aunque el resto no tenga nada que ver,
y eso que el sonido es muy ochentero, casi hortera, con los grititos, los coros, el
sintetizador, el delay… hortera, pero mola mucho, te
hace moverte, cosa que Muse consigue pocas veces en el resto del álbum.
Después
de un Prelude (Preludio para los de la LOGSE) de 57 segundos que recuerda a Exogenesis, la sinfonía en tres partes que Bellamy se marcó en el
anterior disco, comienza el tema que compusieron para los Juegos Olímpicos, Survival. No tiene ni pies ni cabeza,
es la más clara exposición de lo que Muse ha hecho en éste disco, mezclar de
todo un poco y a ver qué sale, todo eso al servicio de la épica que tanto le
gusta a Matt, quien se explaya haciendo de todo y nada bueno con la voz. No es hasta
los tres minutos aproximadamente cuando empieza a molar la cosa, cuando empieza
a sonar a Muse de verdad, para acabar con un gritito de Bellamy. En fin, nada
más que añadir, si tenéis oídos podéis juzgar vosotros mismos.
Follow me empieza bien pero va dejando de ser lo que queríamos
el resto para ser lo que les apetece a ellos a partir del segundo 40 hasta que,
en el minuto 1:43, se convierte en el porro absoluto y parece que estamos escuchando a Nero en lugar de Muse. El resultado
es muy raro, digno de escuchar.
Por un momento pensaba que eran ellos, de verdad
Con
Animals se vuelve a algo un poco más
parecido a lo que le habíamos escuchado antes a Muse. Vale, igual eso es
exagerar un poco, pero si nos hubiéramos topado con ésta canción en uno de los
anteriores discos no nos habría extrañado tanto. Muse suena bien cuando no
abusan de los excesos, cuando no se pasan abigarrando el sonido, si no que se
miden un poco. Siguen esa línea con Explorers,
donde se plagian a sí mismos haciendo un remake de Invincible, solo que peor, claro. Y antes de encarar la recta final
del disco está Big Freeze, que es un
claro ejemplo de lo que hablaba antes con Panic Station. Y es que les cuesta
mucho moverte, por lo menos a mí, es como si la hicieran por inercia. Hasta hay
un momento en el que parece que Bellamy va a repetir el riff de Madness y
cuando se da cuenta improvisa algo.
Y
llegados a éste punto salta la sorpresa, comienza una canción y se oye una voz,
pero no es Matt. Tanto en Save Me como
en Liquid State quien canta es Christopher Wolstenholme y no lo hace
nada mal, de hecho él le ha hecho los coros a Bellamy de siempre. El caso es
que suena bien, muy bien, sorprendentemente bien, pero no suena a Muse si no a otra cosa. A mí las dos canciones me han
gustado mucho, tanto Save Me, más tranquila, donde Chris casi hasta me recuerda
un poco a David Grohl cuando canta flojito (vale, dejadme, son cosas mías…),
como Liquid State, más cañera. Joder, me gusta mucho, quiero escuchar más de
éste tío cantando cosas sí, pero no suena a Muse y te corta un poco el rollo. Pero que siga cantando, que mola.
Aquí el señor Wolstenholme
Y
llegamos al dilema del verano, el dubstep. Unsustainable,
un tema que se engloba en un dúo llamado igual que el disco: The 2nd Law. Resulta que Muse saca un
vídeo promocional de The 2nd Law con un poco de dubstep y se lía la de dios.
Muse se pasa al dubstep, Muse va a inventar la pólvora, Skrillex le corta el pelo a Matthew Bellamy mientras comen pastas, el mundo
se acaba. Y resulta que el “dubstep” (sí, entre comillas) del disco se resume
en un minuto, dividido en dos partes de 30 segundos cada una. Una bacalá infame, pero ya conocemos a estos chicos, son unos expertos en hypearnos y nosotros no lo tragamos todo. La canción es una mezcla de cortes con música, con música que sí suena a Muse.
Para
terminar, Isolated System, que
complementa de algún modo a Unsustainable entremezclando también cortes de voz
con música, una especie de electrónica con violines y coros. A Bellamy le gustan
mucho los violines y los coros, sueña con violines y coros, y los pone donde
puede, queden bien o no. Esto no es Exogenesis, es una forma peor de acabar un
disco. O tal vez la forma adecuada de terminar éste disco, que no tiene ningún
sentido.
Matt soñando con violines y coros, animalito
Muse
quería marcar un antes y un después con éste álbum dentro de su carrera y lo han hecho, porque ni se parece a
lo que hacían cuando empezaron ni se parece a sí mismo, cada tema es de
su padre y de su madre. O mejor dicho, son todos de Matt Bellamy, quien parece
que se ha dedicado a hacer un brainstorming antes de cada canción y ha plasmado
exactamente lo que se le vino a la mente, tuviera sentido o no.
Precisamente
por eso la portada que han escogido para el disco le viene tan bien.